Según datos proporcionados por las principales empresas distribuidoras, las editoriales y la Fundación El Libro, en el país hay 1.598 librerías, georreferenciadas por el Sistema de Información Cultural de la Argentina en su Mapa Cultural.
La distribución geográfica de estos comercios presenta una fuerte concentración en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (38%) y en la provincia de Buenos Aires (28%), pero se registran puntos de venta de libros en prácticamente todos los centros urbanos del país.
Las librerías distribuyen un tercio de los títulos editados por las empresas editoras[1]. En 2017 se editaron en la Argentina casi 28 mil títulos, con una tirada total de más de 53 millones de ejemplares.
Pero ¿sabemos quiénes, qué, cuánto y cómo leemos en la Argentina? Los resultados de la Encuesta Nacional de Consumos Culturales realizada por el Ministerio de Cultura muestran que si bien la lectura en general se mantuvo valores estables entre 2013 y 2017, la lectura de libros sufrió un notable descenso: en 2013 un 57% de población había leído al menos un libro, mientras que en 2017, ese porcentaje fue del 44%. Esto quiere decir que se sigue leyendo (diarios, revistas, blogs, artículos por internet), pero los libros se leen menos que antes. La cantidad anual de libros leídos per cápita (incluyendo a los no lectores) pasó de 3 unidades en 2013 a 1,5 en 2017. Y el promedio de libros leídos entre los lectores pasó de 6 a 4. Además, en la última encuesta el 29% de la población afirmó no leer libros, pero el 27% dijo que antes solía leer y ya no.
En cuanto al soporte de lectura de libros, el papel sigue siendo preferido: un 28% lo escoge como medio de lectura principal, mientras que sólo el 10% lee libros en formato digital. Con respecto a esta última modalidad de lectura, el dispositivo que más se usa para leer libros en pantalla es la computadora (no el celular ni el libro electrónico).
Otro dato importante que surge de la ENCC 2017 es que 7 de cada 10 jóvenes de entre 12 y 17 años leyeron al menos un libro durante 2017, lo que permite afirmar que la lectura es una práctica muy asociada a la educación. Además, y en este mismo sentido, se observa que en las edades asociadas a la escolaridad y al estudio universitario son las que registran los valores más altos en lectura de libros.
[1] Otro tercio se distribuye de manera directa por las entidades editoras y el resto, mediante otros canales.
Foto: José María Pérez Nuñez