El SInCa participó el 8 de julio pasado del conversatorio organizado por la Organización de Estados Americanos (OEA), denominado La importancia de las mediciones en el sector cultural como aporte al desarrollo de un país, en el que expuso la experiencia argentina en la estimación del impacto del COVID-19 sobre la economía de la cultura.
Durante el conversatorio, del que participaron referentes de Colombia, México y Costa Rica, se presentaron las metodologías empleadas en cada país para medir el impacto del COVID-19 en los sectores culturales. La Argentina estuvo representada por el licenciado Emilio Stramucci, uno de los encargados de la Cuenta Satélite de Cultura en el ministerio, quien organizó la exposición señalando por qué se realizó la medición, qué se midió y cuál fue la metodología empleada.
Los motivos para medir el impacto del COVID-19 están claros. La pandemia afecta de manera inmediata y directa a las industrias culturales. No obstante, como el impacto no es el mismo en todos los rubros, fue necesario contar con parámetros confiables para identificar a los sectores más perjudicados y poner en marcha una distribución eficiente de los recursos públicos disponibles para intentar mitigar los efectos de la crisis sanitaria en el sector. En este sentido, la medición es una herramienta de política pública.
Debido a que dispone de la Cuenta Satélite de Cultura (CSC), la Argentina cuenta con un marco conceptual y metodológico para realizar la estimación del efecto económico de la pandemia en el sector cultural: ya están identificados los sectores y las ramas a considerar, así como las variables necesarias para conocer su situación productiva y laboral.
Industrias culturales como los cines, los teatros y los museos fueron de las primeras en cerrar y seguramente sean de las últimas en abrir. Otras actividades continuaron funcionando pero muy por debajo de su capacidad y con mucha menos demanda de sus productos. Y un tercer conjunto de actividades continuó desarrollándose con relativa normalidad (radio, TV, internet). En los tres grupos de industrias se midieron tres variables que surgen directamente de la CSC: facturación, valor agregado y empleo. Las dos primeras brindan un panorama del impacto productivo de la pandemia y permiten estimar las pérdidas productivas de cada sector, mientras que la última permite estimar los efectos del impacto productivo en el mercado de trabajo: cuántos puestos de trabajo perdieron sus ingresos, cuántos están en riesgo de perderlos y cuántos se encuentran en una situación más segura.
Disponer de la CSC fue fundamental para realizar estas estimaciones, pero no menos importante fue contar con el apoyo y colaboración de otros organismos e instituciones públicas y privadas, ya que fue necesario resolver problemas ligados a la disponibilidad de datos aún no producidos para 2020. Para ello fue fundamental el aporte y colaboración de la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales del INDEC y de varias cámaras y asociaciones empresariales.
Todos los participantes del panel (Stramucci de Argentina, Karina Castro de Costa Rica, Juan Felipe Parra de Colombia y Roberto del Rivero de México), así como el moderador, Santiago Noboa, especialista del Departamento de Desarrollo económico de la OEA, coincidieron en resaltar la importancia de la CSC para enfrentar, en la coyuntura actual, la necesidad de estimar el impacto concreto del COVID-19 en la cultura. Efectivamente, la CSC ofrece una buena oportunidad para acercarse a la medición de la contribución de la cultura a la producción y el empleo en tiempo de crisis, pero también brinda la posibilidad de tomar conciencia de su utilidad estratégica para la medición y estimación sistemática de diversos aspectos de la actividad cultural.